Debo confesar que durante los últimos meses he hecho bastante pan casero (panecillos, baguettinas, barras,etc) y, aunque me ayudaba con un robot de cocina, he ido perfeccionando la receta. Soy consciente de que la mayoría de vosotros no tenéis uno, por lo que hoy he hecho los panecillos a mano. No descarto seguir haciéndolos así; teniendo en cuenta que después de usar el robot, hay que lavarlo, me parece más práctico hacerlos a mano, de la manera tradicional.
Han salido muy ricos y, si seguís mis consejos, os durarán más que el pan que compráis.
La receta tradicional no lleva componentes lácteos, pero el comprado es más que probable que lleve lactosa. La lactosa es un azúcar (barato para las cadenas de alimentación) y el azúcar en sus distintas formas sirve para que el pan dure un poco más y que la levadura haga efecto antes. Este es el dilema de los intolerantes a la lactosa; ¿me pasará factura luego? Tranquilos, con mi receta estáis a salvo.
Si vais a consumir el pan al poco de terminar de hacerlo, es decir, tenéis pensado acabarlo durante la comida, no hace falta echar nada de azúcar.
Nosotros somos dos, así que nos suele dar para la cena, el picoteo de media mañana y la comida del día siguiente. Así que nos merece la pena echar azúcar.
Podéis utilizar azúcar normal (blanco), glucosa líquida o en polvo, fructosa o cualquier otro azúcar, pero los más recomendables son tanto la glucosa como la fructosa porque no alteran el sabor de la harina.
La fructosa se puede conseguir en cualquier supermercado; la glucosa es más difícil encontrarla (yo la compro por internet).
Hoy he hecho el pan con fructosa.
En cuanto a la levadura; mejor quedarse corto que pasarse. Si nos pasamos, la levadura, que se alimenta de azúcares, se ventilará su comida, necesitará más y morirá en el intento. Es decir; el resultado será una masa sin forma, blandísima… que terminará en la basura.
La levadura debe ser levadura de panadería (importantísimo). Yo la compro en sobres. Hay otro tipo de levadura, la química (la levadura Royal por ejemplo), que no se utiliza para hacer pan.
Dicho esto, vamos al tema, que estaréis deseosos de conocer los detalles de la receta.

Ingredientes (8 panecillos)
500 gr de harina de fuerza
1 sobre de levadura de panadería (3/4 partes si no echamos fructosa)
1 cucharadita y media de sal
1 cucharadita de fructosa (opcional)
340 ml de agua templada
2 litros de agua caliente
1 cucharada de aceite
semillas de sésamo (opcional)
1 vaso de agua
Preparación
Colocamos en un bol grande la harina, la levadura, la fructosa y la sal. Movemos con un tenedor para que se mezclen muy bien.
Calentamos el agua en el microondas (en un par de vasos). Interesa que esté calentito, pero que no queme.
Hacemos una especie de volcán con los ingredientes que tenemos en el bol, formando un agujero en el centro. Volcamos el agua en el bol y empezamos a mezclar en el mismo bol. En cuanto el agua se haya mezclado, volcamos la mezcla y empezamos a amasar hasta que veamos que se forma una bola más o menos homogénea. Es bastante rápido; 1 o 2 minutos es suficiente.

Echamos la cucharada de aceite en la encimera y pringamos por fuera la bola.
Llenamos el bol grande de antes (no hace falta haberlo lavado todavía) con el agua caliente y metemos la bola de masa dentro. La bola irá al fondo del bol. Tapamos con film transparente y con un paño de cocina.
Cuando flote la bola podemos pasar al siguiente paso. Depende de la temperatura del agua, pero puede tardar entorno a 20 minutos o media hora. Iremos levantando el paño para ver si flota.
En cuanto flote levantamos el film y el paño (lo guardamos, nos serán útiles en breve). Tiramos el agua y formamos 8 bolitas con la masa. No se puede amasar de nuevo, se trata de que no salgan las burbujas de la masa al formar los trozos.

Espolvoreamos con harina. Nos puede ser muy útil el tamizador.

Tapamos con el film transparente y con el paño y dejamos reposar 20 minutos.
Mientras preparamos una bandeja de horno con papel de hornear. Pasado el tiempo indicado, damos forma con cuidado a los trozos de masa; para ello podemos rodar hacia delante y atrás cada trozo sobre la encimera enharinada o aplastar otros un poco. Los colocamos en la bandeja con el papel de hornear.

Tapamos con el film transparente y el paño. Dejamos en reposo 45 minutos. Cuando queden 15 minutos encendemos el horno (250 grados, arriba y abajo) con una bandeja y una bandeja de rejilla dentro. La bandeja normal estará situada en el nivel que está más bajo. La bandeja de rejilla estará justo en el siguiente nivel.
Pasado este tiempo, pegamos con la mano las semillas de sésamo y hacemos cortes en los panecillos con un cuchillo.

Calentamos un vaso de agua en el microondas.
Metemos en el horno a 250 grados de 15 a 20 minutos en la bandeja de rejilla. En la bandeja inferior echaremos el agua caliente del vaso (cuidado que evaporará muy rápido y nos puede quemar) y cerramos el horno inmediatamente para que retenga el vapor.
Si vemos que se tuesta muy rápido el pan, podemos bajar la temperatura a 230 grados.
Pasado el tiempo indicado, sacamos del horno y colocamos los panecillos encima de una rejilla para que respire toda su superficie y esté crujiente.




Como veis, quedan crujientes por fuera y esponjosos por dentro.

¡Y qué bien se queda oliendo la casa a pan recién hecho! Espectacular.
Por cierto, la mejor forma de conservarlos es envueltos en tela. Suelo utilizar una servilleta de tela en una cestita de mimbre 😉
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Tienen pinta de estar muy buenos.
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Riquísimos anoche y hoy también
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