La solución es muy sencilla. Nada más terminar de apagar el fuego, retiramos el cazo con el agua y el huevo; ponemos el cazo bajo el grifo y, mientras dejamos caer todo el agua caliente en el fregadero, vamos enfriando el huevo con el chorro de agua fría durante 20 segundos.
Secamos el huevo, golpeamos levemente la superficie y comenzamos a quitar la cáscara. ¡La cáscara saldrá prácticamente sola! El contraste de temperatura ha hecho que el huevo no quede pegado a la cáscara, por lo que nos quedará entero y perfecto. 🙂
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Nos encantará leerte, por lo que, si quieres, nos puedes contar qué te ha parecido o algún truco relacionado que te sepas 🙂